lunes, 25 de octubre de 2010

La Argentina se ubica entre las tres economías que más crecen en el mundo

Mientras las occidentales siguen comprometidas por la crisis, el país llega a la cumbre del G-20 con una de las mejores performances del planeta. ¿La receta? Más obra pública, consumo interno y desarrollo del aparato productivo. Para los aún escépticos de la “Argentina real”, para los aún temerosos de un modelo de desarrollo cimentado en las chimeneas, la proliferación de “cabecitas negras” y la justicia social, nada mejor que conocer y descansar en la muy favorable opinión que organismos internacionales y medios de comunicación primermundistas tienen de la performance económica argentina. Dichas opiniones presentan en realidad una doble trascendencia, puesto que tanto para el FMI como para determinados países industrializados, el modelo argentino constituye un “mal ejemplo” que deben seguir las economías emergentes. Y no sólo un “mal ejemplo”, sino también una “amenaza”. ¿Amenaza para quién? Para la prosperidad del mundo occidental. Dicha argumentación pertenece a un economista gurú del HSBC, StephenH. King (no confundir con el autor de los cuentos de terror). No es casual que King cuente este año con una abultada agenda de entrevistas, las cuales dedica a la presentación de su último libro: Perdiendo el control. Las amenazas emergentes contra la prosperidad occidental. Este libro sintetiza la preocupación del establishment especulador anglo-franco-germano y, por tanto, explica las renovadas presiones de los organismos internacionales hacia la Argentina. El libro despierta dos reflexiones: la magra recuperación, el estancamiento o retroceso exhibidos por la Europa occidental y los Estados Unidos: ¿acaso no están emparentados con la decisión de las economías emergentes de la periferia de no pagar los costos ni compartir en absoluto las consecuencias de una crisis ajena, generada justamente por los centros industriales de Occidente? ¿Es nuestra prosperidad, como aduce King, la causa de la contra-prosperidad del Primer Mundo? Como sea, la política económica soberana implementada por la Argentina, su sustentable modelo de desarrollo, posicionan al país a la vanguardia de la recuperación mundial. Y aquí el gran y único mensaje: vivir, crecer y desarrollarse en base a las propias capacidades y al esfuerzo colectivo y recíprocamente solidario no sólo es posible, sino también necesario.