
Los hombres y mujeres que trabajaron en la obra recibirán los departamentos. Restan terminar otras 410 en el mismo predio.
Mi casco es el número 45”, dijo orgulloso Manuel Orellano, mientras esperaba la llegada de la presidenta Cristina Fernández al barrio Padre Carlos Mugica construido por la Misión Sueños Compartidos de Madres de Plaza de Mayo en el barrio porteño de Lugano. “Decile, decile que nuestro hijo mayor no tiene casa”, advirtió su esposa, Nelina Chávez, mientras lo codeaba. Minutos después, Cristina subió al escenario acompañada por parte de su gabinete y saludó, una por una, a las Madres. Levantó la mirada y vio el “mar de cascos amarillos” de los obreros de la construcción que trabajaron durante cuatro años en la obra de Avenida Castañares y General Paz. Mientras filmaba la previa del acto con el celular, Sergio –vestido con su uniforme de trabajo– recordó que “esto era un descampado, todo tacuara”. El locutor anunció el inicio del evento. Hebe de Bonafini dio la bienvenida: “Las Madres nunca pensamos que podríamos ser felices, siempre creímos que nos moriríamos llorando. Gracias Néstor, gracias Cristina.”
El obrador Castañares se transformó, poco a poco, en 780 viviendas de tres y cuatro ambientes en las que vivirán las familias que trabajaron en la construcción del barrio. Ayer, la presidenta presidió el acto de entrega de las primeras 370 casas totalmente equipadas que representan una inversión de 58 millones de pesos sobre un total de 152 millones que fueron destinados por la Nación a la Misión Sueños Compartidos.
Cristina devolvió las gentilezas a Hebe, Juanita y a las demás Madres: “Ya no caminan en círculo. Hoy, caminan hacia adelante mirando el futuro.” La ronda de los jueves fue el símbolo que eligió la mandataria para marcar las diferencias. “Finalmente, el amor pudo más que el odio”, agregó. Debajo del escenario, alguien gritó: “¡El amor!”. Cristina, vestida en su negro reglamentario desde el 27 de octubre del año pasado, sonrió. “¿Parezco un pastor evangélico?”, consultó a Hebe. La presidenta se respondió sin dar tiempo a otras intervenciones: “‘Demasiado aplacada’, me diría él si me está mirando desde arriba”.
El clima fue de fiesta. En los grupos de charlas que se armaron previos al acto se escuchaba: “A mí me gustan los de allá.” Otros respondían: “Los de más acá también tienen luz y son más frescos.” Sergio, Cristian, Facundo y Aníbal “El zurdo” miraban a las chicas que pasaban cerca. Inmediatamente, adoptaron un tono solemne. “Yo andaba tirado”, señaló Sergio. Cristian interrumpió y resaltó que se generaron puestos de trabajo dignos. “Antes, todos eran planes sociales.” No faltó mucho para que el grupo volviera a los chistes.
“Viva Cristina 2011”, gritó Hebe, y entregó el mando del micrófono a la presidenta. “Viva”, respondió la multitud. Oscar Parrilli, Amado Boudou, Carlos Tomada y Alicia Kirchner aplaudieron. Cristina eligió a Hebe y Juanita –la histórica referente de Madres– para sentarlas una a cada lado. Los funcionarios debieron ocupar los asientos secundarios. Nada fue dejado al azar. Las fotos de campaña debían esperar.
Desde julio de 2008, 690 hombres y mujeres trabajan en la construcción de las 780 viviendas divididas en 13 consorcios de 60 departamentos. Pero a Cristina le gustaron los pisos. Elogió todo el proyecto, pero destacó los pisos. “Hebe me dijo que los hacen las mujeres, por eso me deben haber gustado”, bromeó la presidenta antes de bajar a saludar a quienes aplaudían y sacaban fotos.