La discusión fundamental es por el tema de soberanía. Sobre ese punto no hay discusión: es un inaceptable resabio colonial de principios del siglo XIX. El conflicto por Malvinas surge a partir de un incidente entre las Provincias Unidas y Estados Unidos en 1832: Gran Bretaña había abandonado las Islas en 1774, luego de la firma de un acuerdo con España, que pasó a ocuparlas, prohibiendo el ingreso de los barcos balleneros y la pesca extranjera. Tras la declaración de la independencia, se retiraron los colonos, y hacia 1820 el gobierno de las Provincias Unidas tomó posesión formal de las mismas. Tres años después, Pablo Areguati fue nombrado gobernador. En 1829, Lavalle nombró a Lewis Vernet como gobernador político y militar, a quien se encomendó un control más rígido de las islas. Sin embargo, los barcos extranjeros fueron reacios a aceptar los límites impuestos por Vernet, quien se apoderó de tres buques estadounidenses. Uno de ellos, el "Harriet", fue enviado a Buenos Aires, para ser sometido a juicio. Esto ocasionó fuertes protestas del cónsul George Slacum, novato representante de Washington en Buenos Aires. Slacum presentó una protesta formal, desconociendo el derecho argentino a capturar buques estadounidenses o negarles el uso de las pesquerías, lo cual suscitó una airada respuesta del canciller Tomás Manuel de Anchorena. La controversia diplomática no hizo sino agravarse, tras la llegada del buque de guerra estadounidense "Lexington" al puerto de Buenos Aires. Su capitán, Silas Duncan, dio un ultimátum a Anchorena, en respuesta a la captura del "Harriet", amenazando con avanzar con su embarcación hacia las Malvinas. Duncan calificó al gobernador Vernet como saqueador y pirata. En medio de esa controversia, el influyente comerciante y diplomático inglés Woodbine Parish comunicó al gobierno de las Provincias Unidas que Gran Bretaña tenía pretensiones sobre las islas desde que se había retirado, más de medio siglo antes.
Aprovecharon el conflicto Buenos Aires-Washington para avanzar en su pretensión colonialista. Reivindicando derechos abandonados explícitamente en 1774, ocuparon las islas en diciembre de 1832 y trasplantaron allí población nueva. Sabían que el gobierno de Estados Unidos, en fuerte controversia con el de las Provincias Unidas, no se opondría a la ocupación inglesa. En el medio de la puja bilateral, ni el gobierno de Buenos Aires exigió a Estados Unidos que aplicara la doctrina Monroe para rechazar la apropiación inglesa (a pesar de que la misma se declaraba contraria al establecimiento de cualquier colonia europea nueva en América), ni la Casa Blanca reaccionó por su cuenta protestando contra Gran Bretaña. Se iniciaba, así, uno de los mayores ejes de conflicto de la política exterior argentina.