
Los primeros gobiernos peronistas le dieron al deporte un lugar central. Pero Tras el golpe del ’55, la Libertadora prohibió a muchos atletas apadrinados por Perón. Aquí, sus historias. Osvaldo Suárez, uno de los atletas más brillantes que tuvo el país, volvió destrozado a su casa de Wilde. Ni siquiera lo habían dejado entrar al hall de embarque del aeropuerto de Ezeiza para viajar a los Juegos de Melbourne en 1956. El regreso a su barrio fue silencioso, solitario y triste. La “Comisión Investigadora de Irregularidades Deportivas”, que la Libertadora había puesto en funcionamiento, afirmaba que había viajado a algunas competencias “por acomodo”. No era más que una manera de darle curso a lo que estampaba el decreto 4.161/56 de los dictadores: “La prohibición de elementos de afirmación ideológica o de propaganda peronista”.
Suárez, que era continuador de una tradición iniciada por Juan Carlos Zabala y Delfo Cabrera, no tuvo manera de hacer entender a los ejecutores de los planes de Isaac Rojas y Pedro Aramburu, que era dueño de las mejores marcas a nivel panamericano y que los de Australia, eran los juegos que había soñado. Pero el gobierno no le perdonó haber recibido de manos del peronismo algunos premios, como el de la “Maratón de los Barrios”, un trofeo que le robaron de su casa también luego del golpe.
El 27 de marzo de 2007, el actual Secretario de Deportes de la Nación, Claudio Morresi, les entregó diplomas de desagravio a Suárez, a Guerrero y al equipo de básquet campeón del Mundo. “Pasaron muchos gobiernos democráticos después de la sanción y nadie se hizo eco de lo que nos había sucedido. Ésta es la primera vez que recibimos este reconocimiento y estamos muy agradecidos”, afirmó Ricardo González, el capitán. Por otra parte, en el próximo Festival de Cine de Mar del Plata, se estrenará Tiempo Muerto, un documental de Maximiliano Dubois que repasa la historia completa de los campeones del mundo en 1950. Será otra manera de recordar el básquet en la época en que el deporte tuvo planificaciones serias, como nunca antes. Como nunca después.